Desarrollo de software. Minimizar las deficiencias funcionales y los bugs

El impacto de las deficiencias funcionales tiene unas consecuencias similares a los bugs. Estas deficiencias son provocadas por especificaciones incorrectas por parte del área usuaria y/o por una mala interpretación de ellas por parte de los desarrolladores. En el caso de los bugs el peso recae principalmente sobre éstos.

Tanto unas como los otros impactan sobre el producto y sobre el proceso.

Siempre suponen un problema en la implantación de una aplicación, si se sitúan en funcionalidades críticas y/o son muy numerosos el sistema tendrá rechazo por parte del área usuaria y la presión que ejercerán los mismos no ayudará precisamente a crear el clima más adecuado para hacer las correcciones oportunas lo antes posible.

Pero no es solo eso, si la aplicación es crítica se podría poner en riesgo la seguridad de las personas o incluso la propia continuidad de una organización si el mal funcionamiento afecta a sus ingresos (ventas y/o imagen) o a procesos críticos.

En cualquier caso, una sistema que no va bien impacta en la productividad y eso se traduce en dinero que se deja de ganar o que se gasta de más.

El impacto en el proceso de desarrollo es evidente. Puedes tener una planificación a medio/largo plazo o un sprint y quedar devastados por la aparición de estas incidencias, muchas de las cuales requerirán ser corregidas con celeridad.

Recordemos que si aplicamos sprints y nos basamos en prácticas de Scrum tenemos como objetivo cumplir con lo comprometido (otra cosa es que haya causas justificadas que hagan que alguna historia de usuario no se haya podido llevar a cabo), en un contexto inestable por la aparición continua de incidencias es imposible que el equipo pueda coger un ritmo salvo que se apliquen medidas como por ejemplo crear una línea de desarrollo independiente que se encargue de tratar las incidencias que bien podría aplicar sprints, enfoques similares a Kanban o sincronizarse con el sprint de desarrollo cuando éste termine. En cualquier caso, estas medidas tienen un coste.

Ante esta perspectiva resulta no ya una situación aconsejable, sino de verdadera necesidad, minimizar el número de incidencias funcionales y bugs que llegan a producción, intentando que su detección sea lo más temprana posible.

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