Barry Boehm evolucionó su modelo en espiral hacia el modelo en espiral win & win, probablemente inspirado en sus convicciones de que las personas son las que condicionan el éxito o el fracaso de un proyecto.
Desde esta perspectiva, Boehm defiende que el equilibrio entre todas las partes implicadas se consigue a través de unas condiciones de trabajo y resultados en el que todos ganan ya que de esta forma todos enfocan sus tareas al cumplimiento de los objetivos.
La visión de Boehm, resulta racional, todos luchan por el éxito del proyecto si a través de él ganan.
Sin embargo, ¿qué sucede en la realidad? pues que resulta complicado alcanzar ese equilibrio ya que depende de dónde cada parte ponga el listón de lo que considera ganar ya que lo mismo se coloca a un nivel donde no es posible que los otros ganen.
Hay autores como Jim Camp que no creen en el ganar-ganar (su conocido libro «De entrada diga no» muestra con ejemplos, basado en su experiencia, que no es posible ganar sin que otro pierda o visto de otra manera, siempre habrá alguien que en una negociación gane más que otro) y el fundamento está en que los intereses individuales nublan o incluso anulan la empatía.
Basado en mi experiencia os comentaré que este negocio es una selva y que en ella cada cual intenta sobrevivir como puede. Este contexto no resulta el más adecuado para buscar soluciones basadas en el ganar-ganar, sin embargo, dentro de él, hay que intentar ir hacia una gestión de proyectos en la cual se intente alcanzar el equilibrio del ganar-ganar (el equilibrio difícilmente se conseguirá, pero en su búsqueda se podría llegar a alcanzar una situación en la que cada parte supere el mínimo válido para cumplir sus expectativas).
Para llegar a esto es necesario que cada parte cumpla con su cometido, con lo que ha acordado y que si las condiciones cambian por el propio devenir del proyecto, se llegue a un nuevo contexto que trate de alcanzar de nuevo el modelo del ganar-ganar.
Para que cada parte cumpla, es necesario que de manera individual funcione de forma adecuada, ya que su propio desequilibrio provocará un desequilibrio entre todas las partes y la ruptura del objetivo del ganar-ganar.
Un ejemplo de esto lo podemos tener en el caso de que el proveedor no cumpla sus objetivos de productividad y empiece a poner en riesgo sus expectativas de beneficio, en ese momento probablemente, para mitigar este efecto se empiece a ver afectado la calidad del producto y/o se solicite una ampliación del presupuesto del proyecto.
Otro ejemplo lo podemos tener desde el punto de vista del cliente, cuando se encuentra próximo a consumir el presupuesto o intentar recortarlo y sin embargo todavía no tiene listo el sistema de información (por continuos cambios en el proceso de desarrollo) o quiere mantener su alcance.