Es muy importante saber dónde se encuentra cada uno y cuál es su rol. Pero partiendo de esa base, los proyectos funcionan mejor cuanto menos muros existen entre los diferentes stakeholders en el proyecto (en el título del artículo he puesto unos cuantos, en la medida en que sean más los que decidan aplicar esta filosofía, las cosas funcionarán mucho mejor).
Venimos de una cultura formalista, en la que los mecanismos de comunicación se centraban en el intercambio de papel. Una cultura en la que todas las partes trataban de cubrirse las espaldas, para que cuando hubiera problemas, que los había, por mucho papel que hubiera por medio, todos tuvieran argumentos de defensa o de ataque.
El problema no era que quedasen cosas registradas en papel, en sí no es malo siempre y cuando no se abuse de él, sino la orientación que se le dio. En lugar de crear espacios comunes se creaban muros de defensa para lo que después podría venir.
Y es que al final nadie solía quedar satisfecho. La crisis del software (totalmente vigente hoy día) daba como resultado productos que no satisfacían las necesidades del cliente y encima el proveedor obtenía, en el mejor de los casos, beneficios muy escasos. Además, generalmente cuando más satisfecha quedaba una parte, menos quedaba la otra.
Eso necesariamente no lo arregla un simple cambio de mentalidad, porque en un proyecto siempre hay muchos intereses en juego e intervienen personas ajenas a los mismos pero que tienen influencia directa sobre los equipos (los responsables de los departamentos implicados o de las propias organizaciones).
Para que esto termine calando dentro de una determinada organización o departamento se requiere su tiempo, pero alguien tiene que dar el primer paso, y verás como te alegras de ser tú el que lo ha dado.