Desarrollo de software. Visión proceso-céntrica

Todo está escrito: cúmplase el proceso, utilícense las herramientas indicadas y olvidemos las relaciones humanas. Esto, que podría considerarse una situación extrema es una realidad (si queréis en mayor o menor medida) en muchísimas organizaciones en la creencia de que el proceso es la verdad suprema y la salvación tanto en la organización de un departamento como de los proyectos de desarrollo de software.

Y lo peor es que si el proceso no funciona no se busca la causa en él sino que se achaca a las personas que precisamente por no ejecutarlo bien son las que provocan que no consiga los objetivos marcados (o que incluso empeoren los fijados inicialmente). En estos casos lo que se hace no es analizar por qué falla, por qué la gente no está de acuerdo, lo que se hace es incrementar la rigidez al proceso, en definitiva, añadir más proceso al proceso y, por supuesto, empeorar más la situación.

En una gestión proceso-céntrica al final nada termina siendo más importante que los procesos, los productos y las personas son elementos secundarios al servicio del proceso y no al revés. ¿Resultado? Si lo importante es el proceso al final se orienta todo a cumplir con el mismo y las personas tienden precisamente a eso, a cumplir con el proceso, a cubrir el expediente para tener la oportunidad en el caso de que el proyecto o el producto no tengan éxito a sacar a relucir lo bien que se ha cumplido con todos los hitos del proceso, después que todo lo demás haya ido mal será cosa de la mala suerte, ¿verdad?.

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