Desarrollo de software: Que el proyecto no te controle a ti

Ya he comentado en alguna ocasión que cuando la cantidad de trabajo y frentes abiertos llega al límite de la capacidad de cada uno, cosa que sucede muy a menudo, hay que poner en marcha la técnica de tener el descontrol bajo control.

Esto pasa por asumir en primer lugar que no es posible tener todo bajo control y que eso no es culpa tuya. Salvo casos de proyectos unipersonales o de un tamaño no excesivamente grande y con suficiente dedicación, es algo que les va a suceder a todos los gestores de proyectos, lo reconozcan o no. Controlarlo todo implica conocer el negocio y la tecnología muy bien, tener presentes las obligaciones contractuales del trabajo, conocer al detalle lo que hace cada componente de tu equipo de trabajo, saber descifrar los pensamientos de tu equipo, de tus jefes y del cliente y un largo etcétera de variables que son las que dotan de complejidad a todo este proceso.

Por tanto, la dificultad de realizar un control absoluto del proceso de desarrollo se trata de un problema inherente a los proyectos. Si todo fuera mecánico, matemático, todos saldrían bien y todos sabemos que no es así.

La particularidad que añade las cargas de trabajo es que disminuye el grado de dedicación, por tanto si se gestionan una gran cantidad de proyectos, teniendo en cuenta además que hay algunos que necesitan más atención o requieren más trabajo que otros, es imposible que se pueda no ya controlar sino llegar a conocer con un cierto nivel de profundidad el sistema y su problemática por más tiempo que se dedique (alargar hasta la extenuación la jornada laboral puede funcionar a corto plazo, pero es imposible de mantener sin que nuestra salud lo acuse y también la calidad de nuestro trabajo).

Por tanto, la opción que nos queda es tener el descontrol bajo control que no es otra cosa que intentar llevar el tempo de los proyectos, qué necesidades y expectativas tienen los usuarios, cuál es el estado del sistema (en el caso de que trabajemos con mantenimientos), cuáles son los plazos generales, en qué momentos se esperan los entregables, cuál es el avance del proyecto, con qué recursos contamos cómo podemos obtener el máximo provecho de los mismos, etc… Con esto no se asegura e control absoluto de los trabajos, pero sí conseguiremos minimizar el riesgo de que sea el proyecto el que te controle a ti y te conviertas en su marioneta. En el momento en que eso sucede, el resto de proyectos que gestionas se ve afectado, ya que necesitarás dedicar mucho más tiempo del necesario y como es finito, hará que se incrementen el número de proyectos que te controlan y seguirá creciendo la bola de nieve.

Conocer el problema, conocer algunos ingredientes para solucionarlo no garantiza nada. En el pasado y en el presente he tenido/tengo proyectos que me controlan y en el futuro también los habrá. Tener en cuenta este detalle es importante, ya que de lo contrario te derrotará la situación. El objetivo es minimizar estas situaciones y cuando sucedan luchar contra el problema, es la única manera de que por lo menos la partida quede en tablas.

Deja un comentario