8 de julio

Parece que fue ayer, pero hoy hace seis años que empecé a trabajar en mi organización. Han pasado muchísimas cosas, casi de todo me atrevería a decir, pero aqui sigo y probablemente siga siendo mi centro de trabajo a corto y medio plazo.

Lo mejor de estos seis años ha sido todo lo que he aprendido, mucho más de lo que me enseñó la Universidad. No reniego de mis años universitarios, antes al contrario, me divertí muchísimo y también me enseñaron muchas cosas, pero la organización en la que trabajo ha sido desde el primer día una dosis de realidad, de mundo real, de informática, de TICs, de todo eso junto, agitado en una coctelera a una velocidad de vértigo que no para nunca. Seis años en mi organización son muchos años, cualquiera que trabaja dentro de ella o con ella, lo sabe.

De becario en una gran empresa de desarrollo de software pasé a ser jefe de proyectos en mi organización, de manera accidental eso sí, no soy el típico tipo de personas que a la primera (ni a la segunda, ni a la tercera, ni a la cuarta… ni a la trillonésima) parece un genio, de hecho no lo soy. Si no se hubiesen dado las circunstancias adecuadas desconozco cual hubiera sido mi trayectoria profesional. La cosa es que prácticamente estos seis años me los he pasado dirigiendo proyectos. Me he saltado muchas etapas, lo que me ha provocado algunas deficiencias formativas (no poseo una gran capacidad técnica), pero me ha llevado a lo que realmente me gusta que es la gestión.

Me queda muchísimo por aprender, de hecho cada noche me acuesto siendo consciente de que sé menos que el día anterior, pero no porque no haya aprendido nada o haya desaprendido algo, sino porque me doy cuenta de que hay nuevas esquinas, nuevas aristas por explorar y que el mundo gira muy deprisa, mucho más rápido de lo que puedo avanzar yo.

¿Cuándo terminará mi ciclo en la organización? Lo dije hace mucho tiempo, creo que antes siquiera de cumplir dos años en la misma. Mi grado de satisfacción en mi organización va como una onda senoidal y cuando coincida una sima de la misma con una posibilidad de irme a un sitio y a un puesto de trabajo que me satisfaga lo haré. Hasta ahora cuando he sentido deseos de irme no había puertas abiertas y cuando han existido puertas abiertas no tenía deseos de irme (o no he podido). En cualquier caso es cuestión de tiempo que la coincidencia se produzca.

En cualquier caso, soy consciente de ser un afortunado por estar donde estoy y por tener el trabajo que tengo, y pese a que nadie me ha regalado nada, salvo mis padres que pagaron con su trabajo y sacrificio mi formación, no puedo dejar de agradecer la inmensa suerte que me ha llevado hasta aqui.

Deja un comentario