El software no se desgasta pero sí se deteriora

Además de la separación entre el mundo físico y el lógico, el hecho de que el software no se desgaste es a mi juicio una de las dos principales diferencias que tiene con el hardware, sobre todo teniendo en cuenta las tendencias actuales en el mundo del desarrollo orientadas a su industrialización, la reutilización de componentes, la delegación de funcionalidades en otros sistemas, etc… Si bien es cierto que el software tiene un componente de desarrollo a medida que es inherente a él mismo, ocurriendo esto incluso en la orientación al producto, donde en muchos casos hay que hacer adaptaciones para clientes concretos.

La otra diferencia es el propio proceso de obtención de un nuevo componente físico donde no es posible conseguir nada si no se disponen de los materiales necesarios, si se dispone de la materia prima la cadena de montaje empieza a funcionar hasta que se obtiene el producto. Es decir, la obtención de un nuevo producto idéntico a otro tiene un coste. Con el software no pasa eso, una vez construido obtener una copia es algo inmediato y sin coste. Lo mismo pasa con otros productos lógicos digitales como la música o el vídeo.

El software una vez desarrollado no se desgasta, no se estropea. Puedes dejar un programa diez mil años en un dispositivo y sobrevivirá tanto tiempo como el dispositivo que lo contiene y si antes lo has copiado garantizará su continuidad en otro (otra cosa distinta es que se pueda ejecutar o interpretar, este tema lo trato en el artículo: «La oscura era digital»).

Pero el software sí se deteriora, sufre mucho con los mantenimientos, ya sean correctivos, evolutivos, adaptativos o perfectivos (depende de lo que se quiera perfeccionar). El deterioro no tiene por qué ser idéntico en todos los sistemas. Dependerá de muchos factores: la calidad del producto final (a nivel de arquitectura y codificación), su tamaño, de si el equipo de mantenimiento es distinto del de desarrollo y ha existido un período de transición suficiente para poder hacerse cargo de la herramienta, de la urgencia con que sea necesario realizar los mantenimientos y de la cantidad de los mismos (si todo es prioritario y para ya, hay un problema) y de la metodología utilizada (si la misma hace hincapié en la refactorización del código con el objeto de controlar su nivel de calidad y simplicidad el deterioro será sensiblemente menor).

De manera objetiva pudimos comprobar esto en mi organización tras los primeros meses de implantación de Sonar.

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