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Archivos diarios: May 1, 2010

Parece que de la noche a la mañana muchos se han dado cuenta de la relevancia que está consiguiendo Facebook y que esa apertura de interfaces para integrarlo prácticamente con cualquier cosa es la gota que colma el vaso para pensar que la era Google ha terminado y que se inicia otra en la que Facebook lleva las riendas y en la que, de manera exagerada, parece ser que la web será un subsistema de Facebook.

Yo no tengo tan claro que Facebook vaya a ser el que marque las reglas del juego, tal vez porque nunca me ha interesado tanto como para darme de alta en esa red social. Sí que reconozco su relevancia y su importancia y que para las empresas e instituciones resulta un medio que no se debe dejar de lado a la hora de querer atraer atención en la red, ya que una buena parte de los usuarios de Facebook, que son muchísimos, pasan una gran parte de su tiempo en Internet en este medio. No descarto que algún día me dé de alta, para poder experimentar, pero de momento todavía no me ha llamado tanto la atención como para hacerlo. Otro motivo también es que me puede suponer una pérdida importante de tiempo. Pero lo dicho, tal vez algún día me haga usuario para probar realmente el servicio.

Soy partidario de las redes sociales, sean horizontales o verticales, me parecen un medio de comunicación muy importante entre personas, entre empresas o entre ambas, pero no veo tan claro que la mayoría de nuestros actos en la red o fuera de ella se traten como una bitácora accesible a más gente de la que nos interesa y la tendencia en estos tipos de sitios es que caemos en el error de habilitar personalmente acceso a nuestra información a más personas de las que pensándolo dos veces daríamos acceso. Esta visión de control de la privacidad personal que elegimos nosotros mismos estoy seguro que es compartida por mucha gente y eso supondrá un freno al avance de Facebook o cualquier solución por el estilo.

Cierto es que Google últimamente no anda muy acertado con algunos de sus productos. Buzz no ha tenido la acogida que seguramente ellos esperaban y estoy seguro que se han dado cuenta de que han llegado muy tarde a todo esto (pese a que Orkut existe desde bastante tiempo) y que la manera en que intentaron implantar el producto no fue nada acertada.

En cualquier caso, esta es mi visión, lo mismo me equivoco, pero creo que a día de hoy no será Facebook, la que desplace a Google del trono.

Somos así, ¿qué le vamos a hacer?. Vemos delante todo un universo de posibilidades, muchas de ellas a nuestro alcance, pero nos limitarnos a mirarlas, a pensar por cuáles de ellas nos decidimos, a imaginarnos qué pasará si las cruzamos, a soñar con todo lo que podemos hacer si tenemos éxito.

Ahí nos quedamos, contemplando esas puertas abiertas, repasando los pros y los contras una y mil veces, distrayendo la mirada con cualquier cosa porque parece que cuanto más fácil es algo más miedo nos da.

De repente, nos da por elegir una serie de puertas y nos damos cuenta de que otros que no han perdido tanto el tiempo se han quedado con la llave.

El enunciado de esta Ley es el siguiente: «No se puede reducir la complejidad de una tarea más allá de cierto punto. Una vez alcanzado ese punto, sólo es posible desplazar la complejidad de un lugar a otro».

Básicamente lo que viene a decir es que toda tarea tiene una complejidad intrínseca y que una vez llegado al límite de simplificación no se puede conseguir mejoras por mucho esfuerzo que se dedique, ya que aunque se crea que se ha conseguido optimizar algún aspecto de la misma, habrá algún otro que se haya visto perjudicado por esto.

Esta Ley, como el Principio de Pareto, el de Cargill o la Revelación de Sturgeon vienen a hablar de lo mismo, de encontrar un equilibrio entre el esfuerzo y los resultados para de esta forma mejorar la productividad. También viene a señalar que pulir el resultado de una tarea o de un proyecto intentando lograr algo lo más parecido posible a lo ideal, no merece la pena debido a que el esfuerzo que se requiere es muy grande y por otro que muchas veces lo ideal es algo teórico y que la realidad fija ese límite al que hace referencia la Ley de Tesler.

Por este motivo es conveniente, en lo que a los proyectos de desarrollo de software se refiere, no centrarnos en intentar conseguir una primera versión lo más óptima posible, sino poner una primera versión funcional, de mínimos y a partir de ahí ir trabajando en mejorarla, ya que de esta forma a través de iteraciones se conseguirá por un lado controlar mejor los esfuerzos y por otro enfocarlos en lo que realmente necesita el usuario.