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Archivos diarios: enero 16, 2010

Cuando se trata de relaciones cliente/proveedor o incluso dentro de una misma organización es muy importante la capacidad de transmisión, siempre y cuando ésta sea positiva.

La transmisión aporta sensaciones a la comunicación, es como un mensaje subliminal que llega al receptor de la misma, va más allá del propio contenido de lo que se comunica. Si este mensaje es positivo, lo más normal es que traiga consecuencias positivas, si es negativo, lo normal es que las consecuencias sean desfavorables.

Por tanto, ser capaz de transmitir seguridad y confianza, en una comunicación verbal o escrita, por ejemplo en una relación con un cliente permite dar una ventaja competitiva respecto a los competidores, puede incrementar las posibilidades de conseguir unas condiciones más favorables en una negociación, puede hacer que éste sea más flexible, etc… Otro ejemplo lo podemos tener dentro del ámbito de una misma organización o de un equipo de proyecto, si se transmiten valores positivos, se eliminarán barreras que harán más fácil la creación de situaciones favorables en el conjunto de circunstancias que se producen en el día a día del ámbito laboral.

Los hechos (el contexto) que haya realizado el individuo, la organización a la que éste pertenece o ambos, resultan fundamentales para que el mensaje termine por calar en el receptor, es decir, es como si todos tuviéramos un firewall que por mucho que los paquetes que entren parezcan positivos, si vemos que la fuente «no es fiable», los rechacemos. Esto no implica que no se escuche o que incluso se consiga realizar una transmisión positiva, pero como es lógico complica el asunto.

Los buenos «transmisores» permitirán maximizar la repercusión contextos favorables y minimizar la repercusión de contextos desfavorables.