Gestores de sentimientos

He comenzado a leer el libro «El zen de la empresa» de Yuki Ojiro y Francesc Miralles y he podido ver como comparten mi opinión de que los gestores de equipos de trabajo, además de otras tareas, somos gestores de sentimientos. Para quien quiera ver las tareas de gestión desde otro punto de vista, no necesariamente diferente, sino complementario, es un libro muy recomendable además de ser bastante ameno de leer.

Los trabajadores no somos máquinas, robots totalmente ajenos a todo lo que nos rodea, tanto en nuestra vida laboral como en la personal. Tenemos nuestras necesidades y circunstancias personales, que pueden ser totalmente distintas a la del resto de nuestros compañeros. La productividad, por muy automatizadas que tengamos ciertas tareas en la organización, va a depender fundamentalmente del factor humano, por ese motivo, saber gestionar esos recursos humanos de manera adecuada y tener en cuenta sus sentimientos y sensaciones resultará básico para intentar conseguir el máximo aprovechamiento de los mismos y que éstos se encuentren lo más implicados posible en el trabajo.

En el libro se comenta que un aspecto clave para mejorar la gestión de sentimientos es modificar la perspectiva para intentar interpretar mejor las necesidades del equipo en general y de cada persona en particular. Ese cambio de perspectiva consiste en intentar meterse en la piel de cada trabajador para entender la visión que tiene éste sobre el trabajo que se le encomienda de manera cotidiana o en un proyecto concreto, es decir, es importante tomar decisiones, aunque algunas no gusten a las personas que tienes a tu cargo, pero también resulta fundamental que aquellas que puedan ser tomadas con tiempo suficiente y tengan calado, no se realicen de forma ajena a los sentimientos y circunstancias de los trabajadores, ya que estos rendirán más y serán más productivos si creen en lo que hacen y se sienten de la mejor manera posible.

Cuanto más alto se está en la jerarquía de la organización, más complicado resulta al gestor conseguir este enfoque, ya que se entiende que cuanto más arriba se está, además de tener otras obligaciones y de estar alejado posiblemente del día a día, el personal que directa o indirectamente está a tu cargo es mayor y resulta tremendamente complicado, por no decir imposible, intentar proyectarse hacia los empleados en cada decisión que se tome. Por este motivo, las decisiones que se suelen tomar desde lo más alto de la organización suelen ser poco entendidas e incluso criticadas por el trabajador de base, cierto es que a veces hay que tomarlas, independientemente de que gusten o no y su impacto con el tiempo sobre los empleados dependerá de si se hizo por el bien general de la institución (incluyéndose a los trabajadores en ese paquete) o por intereses particulares de unos pocos.

La gestión de sentimientos, aunque pueda ser aplicada por gestores concretos de equipos de proyecto y traerá consego mejores resultados que no aplicándola, debe aplicarse como política de empresa si se quiere obtener a partir de ella resultados globales, es decir, incluso en circunstancias donde gestores muy arriba en la jerarquía que son totalmente ajenos a lo que pasa en el trabajo diario, si la política está consolidada en la empresa, tendrán los mecanismos adecuados para conocer realmente cuál es la visión que tendrán los empleados sobre una determinada decisión y conociendo esto determinar si es recomendable o no aplicarla tal cual o si no hay más remedio intentar que tomarla aún no siendo popular, comunicar por qué se ha tomado, sin mentiras o medias verdades y dando una explicación coherente a tiempo es un instrumento muy útil, ya que permite que, aún tomando una decisión que vaya en contra de las necesidades de los empleados o de un grupo concreto de ellos, éstos se vean respetados, porque por lo menos se ha tomado el tiempo y la molestia de hablarles y de explicarles por qué se ha actuado de una determinada forma.

Nadie dijo que la gestión fuera sencilla, cuando se es técnico probablemente los aspectos de gestión parecen algo muy secundario, rutinario y sencillo, es cierto que puede serlo, pero hacerlo bien es otra cosa bien diferente y algo tremendamente complicado, ya que la gestión de las personas no es en absoluto trivial y es solo una parte de los procesos de gestión de proyectos o de gestión empresariales. Pese a que no sea una tarea simple, incluir en los procesos de gestión de equipos de trabajo, la gestión de sentimientos, desde mi punto de vista, suma muchísimo más que resta.

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